De un tiempo a esta parte veo señales por todas partes y lo que es peor, les hago caso…
Todo empezó hace un par de semanas. Me dispongo a girar la llave de la puerta que abre la casa cuando de pronto Pedro grita: «mamá, mira, ahí arriba». Retrocedo unos pasos y alzo la vista hacia el tejadillo del porche. No es un mirlo ni una urraca ni un gorrión sino un pájaro exótico, de cresta y plumaje exuberante; nada que crezca y se críe en la campiña gallega, vaya. Termino de girar la llave y para mi sorpresa y entusiasmo de los niños, el pájaro entra para posarse en mi hombro. (Primera señal)
«Cacatúa ninfa»- resulta ser. De origen australiano. Al momento los niños empiezan a fantasear con la idea de quedárnosla pero tiene una anilla en la pata… Les digo que seremos una familia de acogida hasta que su dueño la reclame. Provisionalmente le llamamos «Tula» pero esa misma noche nos enteramos de que Tula es en realidad «Berta» y apenas veinticuatro horas después de que entrase en nuestras vidas, le decimos adiós, para desconsuelo de los niños, especialmente de Pedro, que ve truncado su deseo de tener una mascota.
A Pedro siempre le han gustado los animales. Tiene seis años y dice que quiere ser veterinario. Y yo, inconscientemente, interpreto que ha llegado el momento de que tenga la mascota que siempre quiso tener: un perro.
Entretanto, una amiga que siempre está rescatando perros abandonados, ha encontrado una perra que ha tenido cachorros. (Segunda señal). De entre toda la camada hay uno diferente a los demás; peludo y con cara de bueno. De madre plebeya y padre desconocido pero taaaaaan mono… Me gusta. Al único adulto con el que vivo también. Por separado y en silencio hemos tomado una decisión.
El día que nos comunican que el cachorro es nuestro, estamos con unas de las personas que más quiero y con las que más me divierto del mundo, mis primos. De buena sobremesa decidimos que hay que buscarle un nombre al cachorro y tras desechar algunas propuestas del tipo «wi-fi» o «sultán», alguien propone «Pipers». «Casualmente» una botella de «100 idem» se encuentra en la mesa y claro, lo interpreto como otra señal (y ya va la tercera). Los niños gritan entusiasmados: «Pipers, Pipers». El perro ya está bautizado. Y yo, que siempre he sido escéptica con las cosas del destino y bastante miope en eso de interpretar señales, me sorprendo creyendo que todo ha sucedido porque tenía que ser…
Por cierto, la idea de preparar estas galletas «también» ha sido consecuencia de una señal. «Sorprendentemente» y en la antesala de la Navidad, bolas y adornos navideños por todas partes… Qué extraño, ¿verdad?
Está bien, admito la inconsistencia de las señales 2, 3 y 4 pero francamente, ¿cuántas posibilidades hay de que se cuele una cacatúa en tu casa???
INGREDIENTES para las galletas:
-4 tazas de harina
-1 cucharada escasa de levadura
-2 cucharaditas de jengibre molido
-2 cucharaditas de canela
-1/4 cucharadita de clavo molido
-225 gr de mantequilla a temperatura ambiente
-1 taza de azúcar moreno
-1 huevo
-1/2 taza de miel o melaza
-Mezclamos los ingredientes secos (harina, jengibre, levadura, canela y clavo).
-Batimos la mantequilla y el azúcar. Añadimos la miel y el huevo.
-Incorporamos los ingredientes secos. Si resulta una masa muy pegajosa, le añadimos un poco más de harina.
-Envolvemos en film transparente y dejamos reposar unas horas.
-Estiramos la masa con un rodillo y hacemos formas con los cortapastas.
-Horneamos (horno precalentado a 180 grados) unos 12-15 minutos o hasta que los bordes se empiecen a dorar.
GLASA para decorar las galletas:
-70 gr de claras de huevo pasteurizadas
-400 gr de azúcar glas
-Unas gotas de zumo de limón
-Batimos las claras con unas varillas eléctricas.
-Al minuto (aprox) de haber empezado a batir, incorporamos unas gotas de zumo de limón.
-Seguimos batiendo a velocidad alta y vamos incorporando el azúcar poco a poco.
-Vertemos la glasa en una manga pastelera desechable y le hacemos un agujerito pequeño.
-Procedemos con la decoración. Yo me he decantado por el blanco pero podéis hacerla del color que queráis; tan sólo tenéis que incorporar un poco de colorante en pasta.
El resultado son unas galletas tremendamente olorosas, sabrosas y muy navideñas. Espero que os hayan gustado. ¡Que paséis una muy feliz semana!!!
N.B- Si estás pensando en pedir o regalar una perro como regalo de Navidad, POR FAVOR ten en cuenta que un perro es una responsabilidad, producto de una decisión meditada y no un juguete del que te puedas desprender si te cansas de él.